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sábado, 17 de septiembre de 2011


Pero en otro lugar, aun mucho más lejos que el anterior, Tropelia, un ama de casa gusariatna, hacía las maletas.
- Nena, por el amor de Frouszio, ¿dónde vas?
- A un lugar dónde se me reconozca lo que hago. Estoy harta de ti y de tus aires de gran dama. 
- ¿Y las niñas?
- Tendrás que cuidarlas tú, que también son tus hijas.
- Dame al menos un beso de despedida.
Juntaron las brevutchias por un instante. Luego, Tropelia salió por la dentrunc sin mirar atrás. Su mujer buscó el delantal con una mirada agónica.
- ¡Tropelia! ¡Jamás he fregado un amilacrio!
- ¡Pues te jodes!
Bral metió su nave hiperlumínica en el hangar del Módulo Espacial 3 y salió despedido por el techo de la misma en cuanto la nave tocó suelo. Ya había tantos seres blandiformes en la Alpargatum que se estaba asfixiando. 
Un robot multiorgánico Essels di dorveal de clase 6 llevaba una pizarrita con su nombre escrito.
- ¿Es usted Bral Ankeker? -dijo el robot cuando el hombre, mojado de caldos de los pies a la cabeza, se arrojó a su encuentro.
- Lo que queda de él. 
- Vamos, le están esperando en el laboratorio.
- No me diga que no voy a tener tiempo ni de tomarme una cerveza.
- Si no quiere no se lo diré, pero…
- Mierda.
El robot lo guió por largos pasadizos claustrofóbicos hechos de grises mamparas. Al final, el laboratorio. Detrás de ellos, dando botes, venían trescientos blandiformitos.
- El doctor sólo quería uno.
- Pues que congele al resto.
- ¿Por qué ha traído trescientos treinta y… cuarenta y…? ¡Llave inglesa santísima, se reproducen como libélulas del Konguenar!
- A mí me lo va a decir.
En el laboratorio un hombre de metro diez les dio la bienvenida.
- ¿Usted es el doctor Clenke? -preguntó Bral, atónito.
- El mismo.
- Me lo había imaginado más…
- ¿Alto?
- Peludo.
- Ah, lo dice por mis experimentos con perros.
- Había oído que probaba sus experimentos en su propia piel, pero no me lo creí.
- Bueno, no es muy distinto a ir a un McDonalds. Ahora estaba probando uno para alargarme el pene, pero me ha hecho el cuerpo chiquitín. Por favor, métase en la cámara de éxtasis.
- ¿Ya?
- No esperará que nos tomemos antes una cervecitas… 
- Pues…
El robot, que se había colocado a su espalda, lo levantó por el uniforme y lo llevó en volandas a la cámara de éxtasis.
- ¡Eh, se ir solo!
- El humano se está resistiendo. ¿Puedo matarlo ya? -dijo el robot.
Bral se dejó llevar a la cámara, más modosito.
Tuvo tiempo de pensar que la cámara aquella se parecía mucho a un ataúd. Estaba a punto de recordarle al buen doctor que tenía una hija esperándolo en casa, cuando una jeringuilla salió de alguna parte y le clavó en el cuello una sustancia dormosa.

- Jonathan, estás muy callado.
El chico observó su plato de estofado y la cara de bonachón de su padre y sintió una mezcla de amor y asco difícil de digerir.
- Hoy he tenido un día chungo en el instituto. Los chicos dicen que tengo ideas raras.
- Bueno, es lo que te hace especial. 
- Algunos de mis compañeros me temen. 
- Porque no te conocen.
- Les dije que los mataría.
- Exagerabas. 
- No se puede hablar contigo.
- Es cierto, tienes un mal día.
- Te odio.
- Ya crecerás.
- Pero te quiero más.
- Ya lo sabía. ¿No vas a comer?
- No me has puesto la cuchara.
- Ve a buscar una.
- No me da la gana.
- No vas a comer.
- Voy por la cuchara.
- Tráete una naranja.
Jonathan fue a la cocina pero antes de abrir el cajón de los cubiertos su mirada quedó atrapada en el cuchillo jamonero.


Rakateketel daba golpes en el cristalito de la cápsula espacial donde lo había metido el administrador con la esperanza de que alguien lo oyera antes de que…
Demasiado tarde. Un manto de estrellas había cubierto ya la cápsula. Estaba solo, sin alimento ni pasatiempo. Su planeta, su querido hogar, en el cual había llevado una estupenda vida rellenando fascinantes formularios, se alejaba a una velocidad de vértigo. Como no tenía ojos al uso no lloraba demasiado bien, pero lloraba por dentro.
De pronto la cápsula se estremeció violentamente. Raka torció la rioska en un rictus de horror. Los problemas no habían hecho más que empezar.

1 comentario:

David del Bass dijo...

Hola! me ha gustado mucho tu blog, no lo conocía, te invito a pasarte por el mío cuando quieras, un abrazote!